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Reportaje

Pemex: COVID-19 agudiza crisis

El desplome del precio internacional del petróleo y de la demanda de crudo a nivel mundial, como consecuencia de la pandemia, ha puesto en terapia intensiva a Pemex y a temblar al gobierno mexicano y su Cuarta Transformación. Moody’s no solo recortó la calificación de la empresa, sino también la de México.

Por: Sergio Castañeda Swipe

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| Del sueño a la pesadilla

El 16 de julio de 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció con bombo y platillo el rescate de la industria petrolera nacional, es decir, de Petróleos Mexicanos (Pemex). En Palacio Nacional, el mandatario se comprometió a apoyar a la paraestatal en sus primeros tres años de gobierno con presupuesto y reducción de impuestos para que la empresa tuviera recursos, pudiera invertir y alcanzar una producción superior a 2.6 millones de barriles diarios a finales de 2024.

Durante la presentación del Plan de Negocios 2019-2023 de Pemex, López Obrador recordó que México concluyó una etapa que dejó como saldo una industria petrolera en ruinas, con riesgo de crisis mayor por el descenso en la producción hasta 1.65 millones de barriles con tendencia a la baja.

 


| Libre de carga impositiva

El primer componente del plan era un cambio en el régimen fiscal de Pemex. Se amplió el beneficio fiscal en el pago de los derechos de producción de petróleo a través de un decreto que resultó en un beneficio de 30,000 millones de pesos (mdp) para 2019.

Esta medida vendría acompañada de una iniciativa de reforma a la Ley de Ingresos sobre Hidrocarburos, la cual plantea reducir de 7 al 4% la tasa del Derecho de Utilidad Compartida (DUC) entre 2020 y 2021. En abril de este año, Hacienda otorgó recursos por 65,000 mdp a Pemex, como parte de una baja en la tasa del DUC, el impuesto que debe pagar la compañía por la cantidad de hidrocarburos que extrae.

El plan también busca incrementar la producción de aceite y gas, acelerando el desarrollo de nuevos yacimientos, así como aumentar el factor de recuperación de campos maduros y la recuperación gradual de la capacidad de refinación con la refinería en Dos Bocas. Esta instalación tendría una capacidad de 340,000 barriles diarios y costaría 8,000 millones de dólares (mdd).

También se modernizarían las refinerías de Ciudad Madero, Salamanca, Minatitlán, Tula, Cadereyta y Salina Cruz, lo que absorbería 50,000 mdp.

El 17 de abril, Moody’s recortó la calificación crediticia de Pemex de Baa3 a Ba2, ubicándola fuera de la categoría de grado de inversión.


| Licitaciones en el ojo del huracán

López Obrador aprovechó una de sus mañaneras para arremeter en contra de las empresas que ganaron licitaciones como parte de la Reforma Energética llevada a cabo en la administración pasada. “De los 107 contratos celebrados con particulares en administraciones anteriores, apenas una empresa extranjera produce petróleo en cifras marginales. A ello se suman las labores de exploración en el norte del país, donde no hay petróleo, con la única intención de obtener beneficios por el cobro de contratos”.

“Hoy se trabaja en campos del sureste, tanto en aguas someras como en tierra, donde se encuentra el petróleo. Lo que hicimos fue invertir ahí y por eso es exitosa la estrategia. Eso nos está permitiendo rescatar a Pemex.”

Si bien el tema de los contratos es verdad, también lo es el hecho de que la exploración y producción de hidrocarburos lleva tiempo. Para muestra, un botón. Tras dos años y 765 mdd invertidos, en mayo pasado la española Repsol anunció descubrimientos significativos en aguas profundas, en el área adjudicada en la licitación petrolera denominada Ronda 2.4. Buen augurio de lo que podría venir.

 


| Panorama adverso

La guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita y el coronavirus provocaron el desplome del precio del petróleo y de la demanda mundial, afectando los volúmenes de ventas nacionales y de exportación, y poniendo a Pemex en una situación crítica y al gobierno mexicano a temblar, pues las principales agencias calificadoras ajustaron las notas crediticias de la deuda soberana de México y de la deuda Pemex.

El 17 de abril, Moody’s recortó la calificación de Pemex de Baa3 a Ba2, ubicándola fuera de la categoría de grado de inversión. Ese mismo día, también recortó la calificación de la deuda soberana de México de A3 a Baa1, debido a que las expectativas del marco macroeconómico del país ahora apuntan a una recesión profunda y prolongada. Además, el entorno para el sector energético ha tenido una descomposición importante. Horas después, Fitch también bajaría la nota de Pemex de BB a BB-.

A esto se suman las pérdidas netas de la compañía, que el año pasado totalizaron 345,485 mdp (92% más que en 2018) y en el primer trimestre del año ascendieron a 562,250 mdp. Pero eso no es todo: la paraestatal arrastra una deuda que supera los 104,000 mdd y enfrenta altos vencimientos.

El precio por barril de la mezcla mexicana podría cerrar alrededor de los 32 dólares a finales de 2020.


| Una carga pesada para el erario

“Si hacemos un balance entre los costos para relanzar la industria energética y los ingresos que vamos a recibir, debido a que los beneficios son a largo plazo, en una coyuntura como la actual será muy difícil soportar un plan de esta naturaleza”, asegura Roberto Gutiérrez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El 17 de enero de 2020, la mezcla de crudo mexicano de exportación se colocó en 58 dólares por barril, mientras que el Brent se cotizó en 65 dólares y el West Texas Intermediate (WTI) en 63. Tres meses después, la mezcla mexicana se cotizaba en 15 dólares, el Brent en 20 y el WTI en 22, con caídas de 74, 60 y 65%, respectivamente. En mayo, el precio del crudo mexicano había recuperado terreno, al ubicarse en 26.55 dólares por barril.

Especialistas e inversionistas estiman que el precio por barril de la mezcla mexicana podría cerrar alrededor de los 32 dólares a finales de 2020 y mantener un promedio por debajo de los 48 dólares para los siguientes años, muy lejos de los 58 dólares de enero pasado.


| Tres choques para México

Para México, explica Gutiérrez, se conjuntan el descalabro en el mercado de hidrocarburos y la pandemia por el coronavirus, lo que se expresa en tres choques: uno de demanda, ya que los consumidores y las empresas comprarán menos bienes y servicios, se invertirá menos y se adquirirán menos importaciones; otro de oferta, al frenarse las cadenas de producción globales (por ejemplo, los suministros de China que abastecen a las industrias automotriz, electrónica y de componentes diversos de todo el mundo, no solo de México).

El último, agrega el investigador de la UAM, es un choque de expectativas, que quizá sea el más preocupante, ya que impedirá que las compañías recontraten a sus trabajadores y reinicien con normalidad sus actividades, no solo por las restricciones de movilidad y sana distancia impuestas por los gobiernos, sino porque no podrán calcular lo que el mercado estará dispuesto a demandar, incluidas tecnologías verdes como sustitutas de fuentes fósiles de energía.


Pemex ya no perseguirá su objetivo de producción para 2020, que era de 1.86 millones de barriles diarios.


| Cambio de estrategia

Para mitigar el desplome de los precios del petróleo y de la pandemia, Pemex anunció reducir su presupuesto de inversión por 45,500 mdp (89% correspondiente a exploración y producción y el resto a otras líneas de negocio).

En su informe ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC por sus siglas en inglés), la petrolera indicó que no perseguirá su objetivo de producción de petróleo establecido para 2020, que era de 1.86 millones de barriles diarios, aunque no señaló la nueva cifra.

Antonio Ortega, secretario de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados e integrante del grupo parlamentario del PRD, sostuvo que el cambio de estrategia –renunciar a la meta de producción y concentrarse en refinar el 100% de la producción– está nuevamente condenado al fracaso.

Indicó que el gobierno debe poner en marcha un plan financiero y técnico viable que incluya abandonar la refinería de Dos Bocas, adelgazar la empresa, cerrar plantas no rentables, reducir la nómina burocrática y el pasivo laboral, desincorporar servicios onerosos y sustituir a los directivos que son amigos y socios políticos del presidente por cuadros acreditados en el mundo corporativo.

 


| 2024, año clave

Janneth Quiroz, subdirectora de Análisis Económico de Monex, dice que si bien Pemex enfrenta una situación complicada, cuenta con el apoyo del gobierno federal, que seguirá inyectando recursos a la petrolera, a pesar de estar quebrada, y que la recesión maximizará las presiones sobre las finanzas públicas ante la caída sustancial de la recaudación y la inmensa necesidad de gasto para enfrentar la crisis sanitaria y paliar las afectaciones económicas.

Sin embargo, este apoyo podría terminar en caso de que en 2024 llegue al poder otro partido político y este decida no rescatar la industria energética nacional y retomar la fallida Reforma Energética, que abrió el mercado a la inversión privada.

“Es un tema que siempre existirá en México, pues tenemos gobiernos de seis años y existe la posibilidad de que llegue un nuevo partido al poder con otra ideología y cambie todo. No existe una visión de país a largo plazo, como en China, donde se han planteado retos a largo plazo con muy buenos resultados. Necesitamos un plan ordenado, con objetivos claros para el corto, mediano y largo plazo”. AN

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