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Reportaje

Se intensifican tensiones sobre las instituciones financieras

El ciclo crediticio de México seguirá viéndose afectado por una economía débil y la pandemia de COVID-19. Se espera una demanda de créditos más lenta, un deterioro en la calidad de los activos y la contracción de los márgenes por interés neto.

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| Mayores pérdidas crediticias a la vista

El sistema bancario mexicano ha sido uno de los más afectados en términos de acciones de calificación negativas en todo el mundo durante el 2020, debido a la COVID-19 y al colapso de los precios del petróleo, junto con una economía que se desaceleró en 2019.

Estos factores, asegura S&P en su reporte Bancos mexicanos se preparan para mayores pérdidas crediticias, han incrementado el riesgo económico para el sector financiero. “Estos factores han aumentado el riesgo económico para el sector financiero, lo que nos ha llevado a revisar la BRICA de México a una categoría más débil y también a bajar las calificaciones de las instituciones financieras del país”.

México, explica la calificadora internacional, ya afrontaba debilidades económicas estructurales antes de la pandemia, debido a la limitada dinámica de inversión, lo que generó una leve contracción económica en 2019 e intensificó el impacto de la pandemia.

“Hemos ido ajustando nuestra proyección económica para 2020 en la medida en que la COVID-19 ha seguido propagándose en el país y el daño a la economía se ha profundizado. Actuamente, esperamos una contracción de 10.4% este año y una recuperación débil en 2021, en torno a 3.7%, una de las más débiles entre los mercados emergentes”.

Esto, subraya, refleja la relativamente pequeña respuesta política a la COVID-19, con un estímulo fiscal que hasta ahora suma alrededor del 1% del PIB, que consiste principalmente en transferencias directas a las familias, con un apoyo limitado a las pymes.

Banxico, además de haber reducido su tasa de interés de referencia (actualmente en 4.25%), se ha enfocado en brindar liquidez al sistema financiero.

| Profundidad del daño es incierta

Al igual que otros países, indica S&P en su análisis sobre el sector, el banco central y el regulador bancario en México han tomado medidas para amortiguar el impacto de la crisis económica provocada por la pandemia. El banco central, además de haber reducido su tasa de interés de referencia en 300 puntos base desde principios de este año (actualmente en 4.25%), se ha enfocado en brindar liquidez al sistema financiero.

Además, menciona, el regulador bancario aprobó un programa de diferimiento de pagos de deuda que permitía a los deudores que afrontaban dificultades financieras, generadas por la pandemia, aplazar los pagos de sus préstamos (hasta cuatro meses con posibilidad de extenderlo por dos meses más, siempre y cuando no estuvieran vencidos a finales de febrero de 2020).

De igual forma, añade, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) relajó los requerimientos de reservas para dichos créditos, otorgó excepciones temporales a los requerimientos de liquidez y permitió a los bancos utilizar sus reservas de capital regulatorio para seguir incrementando sus carteras de crédito sin dañar su capitalización regulatoria mínima.

Dicho programa de diferimiento de deuda, principalmente para los créditos al consumo (incluidas las hipotecas) y préstamos a pymes, finalizó el 31 de julio.

S&P estima que los créditos que calificaban para este programa representaron alrededor de 20% del total de la cartera a la misma fecha. “Este índice es similar al de Brasil y de Chile, pero significativamente más bajo que en Panamá y Colombia”.

La calificadora internacional reconoce que no se sabe cuántos créditos bajo este programa podrían caer en morosidad, aunque el sistema bancario, de acuerdo con sus estimaciones, podría registrar pérdidas en 2020, si un 20% de los préstamos diferidos cayeran en cartera vencida, lo que requriría un aumento de las provisiones.

Sin embargo, en su opinión, la posibilidad de que los bancos registren una pérdida neta es baja, dado que entre 65 y 70% de los préstamos del programa de apoyo son créditos al consumo, hipotecas y préstamos a pymes (en promedio, con un diferimiento de cuatro meses) y se han reanudado los pagos de aproximadamente 85% de estos créditos.

Los bancos mexicanos, en general, entraron a la pandemia con balances y niveles de capitalización saludables.

| COVID-19 afectará calidad de activos y rentabilidad

S&P cree que las medidas de contención en México no han sido tan estrictas y prolongadas como en Argentina, Colombia y Perú; sin embargo, el pequeño paquete de estímulo fiscal del gobierno para disminuir el impacto de la pandemia, junto al apoyo limitado al mercado laboral y a las empresas, retrasará la recuperación del consumo y la inversión.

Si bien proyecta que la mayoría de las economías volverán a sus niveles de PIB anteriores a la pandemia (cuarto trimestre de 2019), México podría hacerlo en 2024, suponiendo una tasa de crecimiento constante. Su escenario base considera que la economía mexicana se contraerá 10.4% en 2020, y crecerá solo 3.7% en 2021 y 2.6% en 2022.

La calificadora prevé que los bancos mexicanos estarán navegando bajo condiciones operativas muy desafiantes durante este periodo.

Espera que el índice de activos improductivos (préstamos vencidos de más de 90 días y bienes adjudicados) del sistema bancario aumente a alrededor de 3.5% en 2020 desde el nivel histórico de aproximadamente 2% y que caiga a 3% en los próximos dos años. “Esta estimación supone que de 5 a 10% de los préstamos se deteriorarán. También consideramos el supuesto de que la cartera vencida estaría totalmente cubierta por reservas para pérdidas crediticias y que los castigos netos al total de la cartera aumnetarán a 4% desde un promedio de 2.5% en los útimos tres años”.

Los crecientes requerimientos de reservas para hacer frente al deterioro de la calidad de los activos, estima S&P, afectarán la rentabilidad. “Además, los bajos volúmenes de negocio, como resultado del debilitamiento de la demanda de crédito y la disminución de las tasas de interés, profundizarán la caída en los resultados netos. Esperamos que la utilidad neta del sector bancario caiga alrededor de 50% en 2020 y se recupere a niveles previos a la pandemia a partir de 2021. El retorno a capital promedio sería de alrededor de 8% en 2020 y se recuperaría a 13% en los próximos dos años, mientras que el retorno a activos rondaría 0.8% y repuntaría hacia 1.7%”.

| Sólidos fundamentales amortiguan el golpe

Los bancos mexicanos, en general, entraron a la pandemia con balances y niveles de capitalización saludables, los cuales estaban entre los más altos de la región.

De acuerdo con las estimaciones de S&P, el índice capital ajustado por riesgo (RAC, por sus siglas en inglés) consolidado para el sistema bancario mexicano era de alrededor de 10% al cierre de 2019, lo que refleja los sólidos niveles de capitalización con lo que los bancos más grandes del país se sienten cómodos para expandir sus negocios. “El mantenimiento de sólidos niveles de capitalización durante varios años ha sido posible gracias a la sólida calidad de activos y rentabilidad”.

Y Luis Niño de Rivera, presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), coincide en que así se mantendrán. “Lo más importante es mantener la solvencia y solidez financiera de la banca. Continuaremos creando reservas adicionales para hacer frente a la incertidumbre que todavía nos espera, porque la pandemia no tiene un próximo fin visible. Daremos mayor apoyo a nuestros clientes con reestructuras que podremos llevar a cabo de octubre hasta finales de enero de 2021 y después apoyar en el desarrollo o la reactivación de los sectores estratégicos para la economía”. AN

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