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Crea oportunidades de negocio donde todos ganen

Una franquicia que escucha a su franquiciatario tiene más posibilidades de crecer.

Por: Marisol García Fuentes Swipe

Continua en la historia

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No cabe duda de que la base del éxito de un negocio es encontrar un gran dolor del mercado y crear una oferta de valor para satisfacerla. Fue lo que hizo Liliana Caballero hace 14 años al crear Nanaplancha, un negocio que ofrece el servicio de planchado, lavado y compostura de prendas, entre otros.


La historia comenzó hace 14 años en Jalisco, donde la hoy dueña de 33 sucursales se dio cuenta de que no existían negocios en forma que ofrecieran el servicio de planchaduría. “Era una necesidad que todos tenían, fue llegar a darle en el clavo”, recuerda.

Fue Zapopan donde puso la primera sucursal en el año 2006. La demanda comenzó a crecer tanto que en seis meses tuvo que abrir una segunda unidad y al año siguiente una tercera.

“Todos querían el lavado y luego se fueron ampliando los servicios”.

Hoy este negocio que ya es una franquicia que ofrece una oportunidad de emprender con los servicios de lavado y planchado, tintorería, compostura de ropa, bordado y también organización de maletas. “Facilitamos la vida al cliente, somos la nana de la casa y nos encargamos en el cuidado de su ropa”, dice Liliana.


| Oportunidad llave en mano

Cada unidad genera empleos para cuatro o cinco personas. Es una oportunidad de negocio llave en mano ya que la marca ofrece todo el equipamiento, insumos, los módulos de costura y toda la maquinaria que requiere un emprendedor. El contrato es a cinco años y las regalías de 2,500 pesos mensuales.

Pero ¿cómo se convirtió este negocio en una franquicia? La emprendedora recuerda que tras abrir su tercera sucursal se dio cuenta de que podía apoyar a más mujeres a empezar su propio negocio. Sin embargo, no desarrolló su modelo de franquicia hasta varios años después.



| Negocio con enfoque de género

Liliana se dio cuenta que la mayoría de los que llegaban a buscar empleo en su negocio eran mujeres, muchas de ellas divorciadas y cabeza de familia que encontraban en Nanaplancha un modo de vivir. “Muchas empleadas son madres solteras que no tenían trabajo y no tenían las prestaciones de ley. Las hemos capacitado y hoy son madres solteras que se apoyan y tienen sueldo con prestaciones de ley”, comenta la emprendedora.

Ante la demanda de los servicios, Liliana comenzó a probar suerte en otros territorios como Cuernavaca, en Morelos, donde cuenta con seis sucursales; Veracruz, Monterrey y Puebla. Luego se acercó a la Universidad de Guadalajara para convertir el negocio en franquicia porque reconoce que “no es lo mismo administrar yo todas las unidades, que convertirla en una oportunidad de negocio para alguien más”.

Fue hace ocho años que llegó a la Feria Internacional de Franquicias del WTC en la Ciudad de México y comenzó a franquiciar.

La emprendedora reconoce que al inicio no se fijaba mucho en el perfil de sus franquiciatarios. “Ahora sí”, cuenta.

“Tienen que ser personas que sí estén en sucursal o parejas que quieran un dinero extra, pero que vean el negocio como tal, que tienen que estar operando ellos el día a día”.


| Alianzas ganadoras

Liliana asegura que lleva una muy buena comunicación con sus franquiciatarios. Aunque no vaya a visitar todas las sucursales dice que todo el tiempo está en contacto vía WhatsApp, lo que le permite conocer el pulso del mercado, las necesidades y crear nuevas soluciones que puedan ayudar a sus clientes.

Hace cuatro años y medio Priscyla Ayala, quien además tiene un negocio de marketing adquirió junto con su esposo una unidad de Nanaplancha para operarla en la ciudad de Cuernavaca. “Es difícil emprender en esta ciudad”, dice la franquiciataria. Pero el negocio ha sido tan noble que hoy cuenta con tres unidades.


“Estuvimos investigando mucho tiempo para encontrar un negocio noble que nos permitiera emprender, aunque no tuviéramos todo el conocimiento. La marca me ha mostrado un panorama general, pero gracias a la gente que tengo dentro me ha ayudado mucho a salir adelante”, dice Priscyla.

La comunicación abierta entre Liliana y Priscyla les ha permitido poner en marcha algunas campañas de marketing y programas de lealtad que han fortalecido a la marca y atraído más clientes. También es lo que les ha ayudado a mantener las preferencias de sus clientes a pesar de la pandemia por el COVID-19.

“Es la confianza que hemos construido la que nos ha permitido que la gente confíe en nosotros y que sigan prefiriendo nuestros servicios. Es también lo que nos ayudó a no cerrar una puerta, no despedir gente y mantener a las familias con un sueldo y un trabajo”, dice Priscyla.

Liliana, la fundadora de Nanaplancha dice que esta buena relación les abre muchas oportunidades. Ejemplos de colaboraciones son: cada región lleva sus redes sociales, aunque hay una cuenta a nivel corporativo. Además, un franquiciatario está desarrollando una aplicación para la marca. “Aquí todos aportamos”.

Y es que Liliana reconoce que no hay nadie mejor que quien maneja las sucursales para conocer las fortalezas y debilidades y poder aprovecharlas. “Siempre se ponen de acuerdo con nosotros para que demos el visto bueno”.


| Tomarse de la mano

El trabajo en equipo ha sido la clave de llevar esta franquicia, explica Priscyla. Afirma que “Nanaplancha jamás nos ha dejado solos”. Además, destaca el trabajo de cada uno de sus colaboradores.

“Una empresa no es empresa si no tienes a alguien que te ayude a hacer la magia. Es la gente que esta con nosotros día a día la que nos ayudó a aprender y a reforzar los manuales de identidad. Son ellos quienes te van actualizando”.

Priscyla dice que la apertura que han tenido de parte de Liliana es fenomenal. “Cuando estás en la sucursal escuchamos al cliente frecuente que quiere más o una promoción específica. Esta exigencia es la que te hace mejorar. Le digo, ‘Lili, la gente está acostumbrada a una tarjeta para acumular puntos’. Escuchar al cliente y a la parte de la operación es lo que te hace crecer como empresa y a su marca”.


| Nuevas oportunidades

Liliana comenta que el apoyo que recibe de sus franquiciatarios es fundamental y por eso siempre busca con ellos la manera de ofrecer nuevas oportunidades. Cuenta que organiza con algunos de sus colaboradores visitas a las cárceles para dar pláticas y talleres.

Además, se ha propuesto crear una academia de planchado para señoras que trabajan en casa. “Es una bolsa de trabajo para mis unidades y hasta para la competencia. Es un sector que rota mucho y hay que hacerlo más formal”, dice la creadora de la marca.

Recientemente Liliana integró la venta de sombreros para algunas de sus unidades de Nanaplancha. Lo califica de círculo virtuoso porque son artículos que fabrican artesanas de Morelos, Chiapas y Yucatán.

Priscyla cuenta con 13 colaboradores repartidos en sus tres sucursales. Está a punto de terminar uno de sus contratos de franquicia (se otorgan por cinco años). Aunque no duda de las ventajas de la marca, dice que analiza con Liliana que en vez de renovar ella un nuevo periodo lo puedan operar varios de sus trabajadores.

Se trata de un nuevo programa piloto de Nanaplancha en el que una unidad operaría similar a como lo hace un Oxxo. Estaría a cargo de varias familias. Es una nueva oportunidad para la franquicia, que podría tener más opciones de inversión que no se limiten a una sola persona por sucursal.

Priscyla es optimista: “dicen que después de esto [la pandemia] todos vamos a cambiar o ya cambiamos. Hasta la forma de vender y comunicar. La franquicia está caminando y adaptándose con esa visión a los nuevos tiempo”.

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