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Opinión

El Premio Nobel y tu empresa

Son muchas las ideas que han surgido de premiados con el Nobel que ayudan a entender los factores que hacen exitosa a una empresa.

Por: Hugo Javier Fuentes Castro Swipe

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Paul Milgrom y Robert Wilson obtuvieron el Premio Nobel en Economía este año, por “mejoras a la teoría de subastas y la creación de nuevos formatos”. Sin embargo es importante señalar que Milgrom es coautor junto con John Roberts de un libro que es una referencia en el mundo de la gestión empresarial, Economics, Organization and Managment que apareció en 1992 .

De hecho, son muchas las ideas que han surgido de premiados con el Nobel que ayudan a entender los factores que hacen exitosa a una empresa.


Uno de los grandes aprendizajes es que para apoyar a una empresa a mejorar su gestión debemos comenzar por los “basics”; es decir, las ideas esenciales sobre lo que es una empresa, sus tareas y objetivos. La primera idea básica es la respuesta a la pregunta sobre el por qué existe una empresa.

La respuesta que normalmente se da, y que es un muy probable que llegó a tu cabeza, es que alguien debe de producir, finalmente en el mercado hay compradores y debe de haber oferentes. Sin embargo esta respuesta solo tiene alcances descriptivos. Una empresa es más que un ejercicio de concatenación de procesos para producir un bien en la búsqueda de un beneficio. Un empresario exitoso entiende al igual que el Principito de Saint-Exupéry, que “lo esencial es invisible para los ojos”, y si se quiere en verdad ser exitoso se debe entender la razón de ser de una empresa, sus causas y sus motivaciones profundas.


Una respuesta fundamental proviene de otro Nobel, Ronald Coase, que nos enseña que una empresa con su propuesta de producto o servicio en el mercado le quita de la cabeza a un consumidor la idea, “sería mejor si yo lo hago”. En concreto, Coase nos muestra que una empresa le reduce al comprador costos de transacción, y al hacer algo con menores costos de transacción que si el consumidor lo hiciera por cuenta propia, entonces valida su existencia.

Estos costos están ligados a la búsqueda, negociación, evaluación y validación. Esto implica que la empresa debe producir algo que satisfaga los deseos del consumidor reduciéndole el costo de indagar en el mercado; es decir, no solo es hacerlo, sino facilitarle al consumidor la búsqueda de encontrar tu producto. Cuando se habla de evaluación, es simplificar con información clara la valoración de tu producto frente al resto. La negociación implica la complejidad de llegar contigo a un acuerdo, y finalmente la validación significa que lo que le vendiste en realidad tiene las propiedades y cualidades que tú prometiste.


Este concepto sobre costos de transacción lo tuvo Coase a los 21 años de edad, y significó una revolución muy grande en el análisis económico, y entre los cambios que introdujo está la forma en que vemos la empresa. De hecho, después de la pregunta, “¿por qué existe una empresa?”, viene otra que es fundamental, “¿qué es una empresa?”.

Dos ideas básicas han aparecido, la primera nos muestra a la firma como una entidad que vincula contratos; en pocas palabras, para que surja un producto con menores costos de transacción, tú, en el seno de la empresa te vas a dar a la tarea de vincular a través de contratos a diferentes agentes (proveedores, obreros, ejecutivos, asistentes secretariales, investigadores, vendedores administrativos, gobiernos locales o federales), no importa si tu empresa es micro, pequeña, mediana o grande.


En la medida que diseñes correctamente esa vinculación incrementará la probabilidad de que permanezcas en el mercado. En pocas palabras, te conviertes en un diseñador que relaciona a gente para producir a menores costos de transacción. Y cuando hablo de contratos me refiero tanto a aquellos que están relacionados a leyes y normas, por ejemplo, el que sostienes con un trabajador o un proveedor, como también con esos que son más sutiles y no por ellos menos importantes, como son los vinculados a la cultura empresarial que sigue tu organización.

Hablo de los valores, creencias y expectativas que se comparten en tu empresa.


La segunda definición hace énfasis a la idea de jerarquía; es decir, en el seno de la organización alguien toma decisiones para resolver las dos grandes tareas que, de acuerdo a Milgrom y Roberts, debe enfrentar una empresa: coordinar y motivar.

Esto parece muy obvio, sin embargo, entender el manejo de la jerarquía y sus matices en el entramado de la organización es fundamental. De no hacerlo bien se corre el riesgo de dañar aspectos como la innovación, el manejo de información, la creatividad, la misma coordinación o el monitoreo. En la medida que vinculas a la empresa de manera correcta y entiendes el valor de la jerarquía, la empresa cumple la función de disminuir sus costos de transacción.


Antes de dormir el día de hoy hazte una pregunta: ¿en realidad estoy disminuyendo los costos de transacción al consumidor? Échale un ojo a la forma en que vinculas a quienes trabajan en tu empresa y la manera en que la jerarquía es manejada en tu organización.

No es una pregunta fácil, no tiene respuestas sencillas y tal vez no te ganes un Nobel por eso, pero lograrás que tu empresa, algo que valoras mucho, permanezca con éxito en el mercado.

Hugo Javier Fuentes Castro es director de Departamento Regional de Economía CDMX del Tecnológico de Monterrey. Puedes encontrarlo en Twitter como @HugoJFuentes1

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